Mensajes recibidos por

María Matea

1989

7 de febrero de 1989

2ª. VISIÓN DEL AVISO

Visión de la orden de la última y gran guerra.

La Santísima Virgen María dijo: “Id en paz, yo estoy con vosotros, no temáis”.

Yo vi la tierra cubierta de una neblina café oscuro y desolada por el pecado.   Como si fuera un desierto a pesar de estar habitada.  Como si me asomara a un cuadro, todo tenía fronteras por los cuatro costados.  Un ángel se asomó por la esquina superior derecha.  Traía la orden de observar al mundo.  Mi Dios todo lo mira, pero este ángel testifica ante la corte celestial el estado del mundo actual.  El ángel exclamó: “Todo está consumado, el tiempo ha llegado”, y se fue.  Del sol se desprendió como una gran bola de fuego que se estrelló contra la tierra.  El fuego invadió toda la tierra.  Cuánta angustia y desolación había entonces.

Cuando hace ya un tiempo la Santísima Virgen María me mostró el purgatorio y lo que ahí se sufre, pude saber que el purgatorio es un lugar de purificación que sólo mi Dios sabe dónde está.  Este fuego de la visión que invadió toda la tierra es como un purgatorio pero aquí en la tierra, tal es el fuego y el sufrimiento.  Que no haya confusión: el purgatorio sigue existiendo como tal.  Por eso, aunque suframos por ese fuego que baja del cielo aquí en la tierra, al morir iremos al purgatorio.

Cuando este fuego especial tocó la tierra no quemaba ni edificios ni árboles ni la naturaleza en general quemaba por dentro la maldad de las personas y el sufrimiento era terrible.

Entonces la Santísima Madre me mostró el Vaticano.  Y ahí como un río de fuego corría por las calles ese fuego que iba quemando pecados y maldades por dentro de las personas.  El Santo Padre el Papa venía corriendo entre cadáveres de algunos religiosos y cardenales que morían no por el fuego sino por el terror que este causaba (se morían de miedo). Al Santo Padre el fuego no le quemó por dentro porque tenía su alma limpia.

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