Mensajes recibidos por

María Matea

1989

Octubre de 1989 (no se anotó el día en los cuadernos)

MENSAJE PERSONAL PARA LA VIDENTE

Soñé que iba por unos lugares espirituales y que caminaba a la par de la Virgen María.  Pasamos al frente del Arcángel San Rafael que me miraba serenamente.  Yo lo veía a través del manto de la Santísima Virgen María, porque el aspecto de un arcángel es como de mirarlo y caer fulminada; tal es en ellos el portento de la gracia de Dios que los rodea.  Un poquito más adelante, estaba San Miguel Arcángel, envuelto en grandes luces y presto para el combate.  Recuerdo que, ante San Rafael Arcángel, rogué por mi matrimonio, pues éste fue el Santo Arcángel que me consiguió marido.  La Santísima Virgen María me llevó entonces ante el maligno al final de ese recorrido.  Llegamos a una ciudad de calles muy anchas, estábamos paradas en una acera en esa ciudad.  En la acera de enfrente, muchísima gente iba y venía.  El maligno empezó a insultarme y a preguntarme a qué llegaba a molestar donde él estaba.  Lo veía como susurrando malignidades al oído a unas personas que estaban en esa acera para que pecaran mortalmente.  Yo pensé, debería irse al fondo del abismo y él se volteó y me preguntó que si yo lograría mandarlo ahí.  Le dije que yo no, pero que la Santísima Virgen María mi Madre, sí lo haría y que Ella estaba ahí conmigo.  Le dije que cada vez que te me acerques Ella te aplastará la cabeza como siempre lo ha hecho.  Quiso lanzarse contra mí, pero yo invoqué al Arcángel San Miguel, quien llegó desplegando la gran fortaleza que el Altísimo le dio.  No pudo pelear porque nomás llegó el diablo huyó.

La Santísima Madre me dijo que “Así me mostraba lo que sucedía cada vez que uno de sus hijos invoca a este Santo Arcángel acá en la tierra.  Inmediatamente llega y el maligno desaparece.  Aunque debéis saber hija mía, que cuando yo envío el resplandor de mi Corazón Inmaculado contra él, éste huye antes de que mi luz lo bañe; pues si esto llegara a suceder, se terminaría su existencia; pues la luz de mi Corazón es la luz de mi Dios que mora ahí por su voluntad.  Así como mi Divino Hijo Jesús puede esconderse en la Eucaristía por amor a la humanidad tan pecadora, así también mi Dios ha querido morar en mi Corazón Inmaculado que es una obra de Él –Todopoderoso– para la consumación de la salvación de la humanidad”.

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