Mensajes recibidos por

María Matea

1989

28 de julio de 1989

 

LLAMADO PARA LA CONVERSIÓN

 

Me dijo la Madre Santísima acerca de la confesión frecuente:

 

“Mirad mi corazón y cerrad después los ojos”.  Vi mucha lluvia y ella decía: “Muchas tierras caerán, pero aún así no se llenarán las hondonadas, pues no es tiempo aún de que todo quede plano.  A partir de esta fecha se ha tocado la trompeta, el mar invadirá la tierra fértil y las ciudades.  No penséis que las rocas no se moverán pues os aseguro mis pequeños que hasta las rocas se moverán”.

 

Después vi como marejadas de aguas que antes eran muy tranquilas como de lagos.  Me dijo que son llanuras que estarán sepultadas por las aguas por poco tiempo de días; porque los cielos llorarán grandes tristezas.

 

“Mucho os he dado a conocer pero el mundo pecador no se convierte, no vuelven hacia el camino correcto.  Cada minuto del día sin cesar se ofende a mi Dios con la lujuria y la fornicación.  Hay todo un ejército de miles de niños que desde temprana edad conocen el sexo.  Y los padres de familia conducen sus hogares hacia el culto a Satán con el rock.  La llamada música tropical es en su mayoría, himno de alabanza al adulterio y la prostitución.  El aborto está del día.  En el mundo entero son miles de vidas cegadas diariamente.  Algunas de estas estaban destinadas a ser grandes Santos.  ¡Ay hijos míos, no ofendáis tanto a Dios nuestro Creador!

 

Oiréis decir que son grandes cantidades de crímenes que a diario habrá en las calles.  Poco a poco habrá grave peligro que se agravará cada vez más por las calles.  Sólo aquellos hijos míos que se encomiendan a mi Dios o a mí y usan parasacramentales estarán a salvo.  Una plaga vendrá por los aires, traerá mucha destrucción, no es la naturaleza la que la engendre, sino el egoísmo humano.  (Refiriéndose a Costa Rica ella dice) No tendréis guerra pero sí amenazas que si oráis ahí quedarán.  No habrá guerra en esta mi tierra, pero sí muchas muertes por accidentes de todo tipo y odios.

 

Os aseguro que a vosotros mis hijos obedientes todo os saldrá bien.

 

No vayan, mis pequeños, a caer en la tentación de juzgar a vuestros propios padres, porque al hacerlo cerraríais el corazón a la gracia y a mi Dios.  Ese ha sido un error que muchos de mis hijos cometen, sed fuertes y valerosos.  No juzguéis.  Mirad, pequeño rebaño, no juzguéis ni al que está aquí ni al que está allá, ni al que ya se fue a la presencia de mi Dios, pues esa es una grave ofensa a los ojos de mi Dios.

 

No desmayen, mis pequeños, porque el aliento de mi Dios os conducirá.  Veréis la luz.  La veréis aquí en la tierra y allá en los cielos”.

 

“Cuando conversen conmigo, mis hijos, decidme todo lo que pensáis y lo que queréis; pues, aunque vosotros no escuchéis mi voz, yo vuestra Madre sí os escucho con amor, ahora sólo os doy mi bendición de paz, amor, salud y alegría en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.”

 

Habla Nuestro Señor:

 

“Reciban mis pequeños paz.  Que la paz de mi Corazón esté en vuestros corazones.  Ved esta parábola: Había un campo sembrado y cuidado por la esclava del señor (es la Virgen María).

 

La siembra que crecía y fortalecía, pero la tempestad, el viento, el trueno y temblor la azotaban a la vez.  Ante aquel estado esperaron en su cuidadora y en el buen pastor que por ahí llegaba a pasearse en sus ratos de ocio y contento.

 

La cuidadora, mujer sencilla y piadosa, amorosa y pura, más pura que todo lo puro que existe, se quitó su manto y los arrulló dentro de él.  El mal siguió de lejos.  ¿Habéis entendido, pequeño rebaño?

 

Podéis pues ir en paz pero hacia adelante.  La luz de mi Corazón Misericordioso os guía siempre a cada uno de vosotros y a aquellos que conducís a mí en oración.

 

Bendigo vuestra vara y vuestro cayado.  Mis sandalias están en vuestros pies, pero vuestros anillos aún están en Mi mano, pues no llega aún la hora en que el Hijo del Hombre os lo coloque en vuestro dedo.  Id en paz.  Yo el que Soy, los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.”

 

Entonces en el lugar en el que estaba yo, se oscureció totalmente y vi el firmamento y las estrellas brillando muy bonito.

 

El Señor dijo esto refiriéndose a los que oran y encomiendan en sus oraciones a otras personas.  “Los que así oran son pastores que conducen a Mi en la oración, a otros”.

 

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