Parte II: La Capillita al Inmaculado Corazón de María,

Muerte de Monseñor Portalupi

Pero los designios de Dios eran otros

Un buen día viniendo de una reunión con las hermanas de la fraternidad en Palmares, se me acercó una señora y me dijo que el padre de Alajuelita quería hablar conmigo.  No me hice de rogar…  Me fui inmediatamente y el reverendo padre Joaquín me recibió muy cariñoso, le pregunté qué necesitaba y me dijo que unas monjas para el oratorio festivo, le dije que en ese momento no podíamos, por vivir en Nicaragua, que yo andaba buscando un terreno o casa para la Congregación, le conté lo de Hatillo y con alegría me dijo:  “les voy a dar un terreno, véngase a trabajar y de una vez vamos a ver el terreno.”  Y es en el que estamos para la gloria de Dios y del Inmaculado Corazón de María.  Este terreno tenía el nombre del Sagrado Corazón de Jesús.

 

Ese mismo día llamé a mi madre fundadora, se alegró mucho.  Esto fue en mayo de 1981, llegamos a Costa Rica.  Ella se vino enseguida para hablar con Monseñor Arrieta que donó el terreno a perpetuidad.

 

En el mes de agosto de ese mismo año nos pedían a Sor María Cristina y a esta servidora para preparar la casa que el mismo sacerdote alistó, era muy chiquita, no se pudo encontrar nada grande.  La capillita privada quedó tan pequeña que medía 2 metros, por 2 ½ metros.

 

Mientras preparábamos la casa estuvimos hospedadas con las monjitas de San Martín quienes nos atendían con mucho amor y nos instalamos el día 5 de agosto de 1981.  Como llegara el 22 de agosto, fecha en que se celebra el día del Corazón Inmaculado de María, nuestra patrona y no teníamos una imagen de Ella, solicitamos a las religiosas una que tenían ellas para llevarla en procesión al terreno.  Salimos 5 personas, caminamos unos 200 metros y cuando llegamos al sitio veníamos 15 personas.  Pusimos la imagen en el montazal mientras terminábamos el Santo Rosario.

 

En el lugar en que se puso en ese momento la imagen, es donde está ahora la Capilla.

 

Estando un día en la Iglesia de Alajuelita, vi la imagen del Inmaculado Corazón de María, Patrona de la Congregación, a un lado, pues no tenía nicho.  Se me ocurrió ir donde el padre Joaquín a pedirle la imagen, él me dijo que con mucho gusto.  Este sacerdote tenía un don maravilloso que lo caracterizaba, la bondad además de su generosidad.

 

Cuando el padre me dijo que sí corrí a la iglesia nuevamente, eran como las siete de la noche, no sé por qué me encontraba a esas horas ahí, era como si algo me empujara, cuando llegué me encontré al sacristán que iba a cerrar la iglesia, le supliqué que me ayudara a sacar la imagen antes de hacerlo, lo hizo con mucha voluntad.

 

Al encontrarme afuera le supliqué a la Virgen que me reparara a alguien que me llevara a la casa en que estábamos viviendo, en eso pasaron dos muchachos con una camioneta, les pedí me hicieran el favor de llevarme con la Virgen, con todo gusto lo hicieron…  La pusimos en el piso de la minúscula capilla, si le poníamos una base tocaba el techo.

 

Cuando la imagen ya estuvo en la casita comenzó a manifestarse y nosotros no le dimos importancia.  Todos los días llegaba una niña a rezarle, se sentaba en un banquito; un día de tantos la niña me dice que la Virgencita le cerraba un ojo, yo le contesté ciérrale tú los dos, francamente no me detuve a pensar en lo que la niña me dijo.

 

En otra ocasión hicimos una vigilia por algo que no recuerdo, éramos solo tres hermanas con turnos de 10 a 11 pm, de 11 a 12 am y de 12 a 1 am, la hermana que le tocó el turno de las 12 salió despavorida de la capilla porque la Virgen se había movido.

 

En 1982 se inició la construcción del convento en Alajuelita.  La madrecita pensaba hacer una casa pequeña porque la parte económica estaba mal.  Ella con mucho sacrificio había hecho algunos ahorros para construir en Costa Rica y me mandó como responsable de dicha casa.  Se me hacía muy difícil cumplir con este cargo, ya que estaba ocupándome también, de las hermanas de la fraternidad y no me queda tiempo para ocuparme de las dos cosas.

 

Pedí a la madrecita que me enviara a alguien que se encargara de la casa, para encargarme de la construcción aquí en Costa Rica.  Enviaron a Sor María Mercedes Vallejo como responsable, a Sor María Clara y a Sor María Consuelo.  Estas hermanas se entregaron de lleno al trabajo catequista, por lo tanto, no podía yo esperar ayuda de ellas para la construcción.

 

Sin embargo, yo contaba con la principal ayuda, la del Corazón Inmaculado de María, que días más tarde pude constatar, verificando su protección y ayuda de toda forma.  Su protección fue invaluable, ya que yo tenía que salir sola en busca de materiales, tenía que buscarlos donde fuera más barato, así que caminaba en San José por todos lados.  La mayor parte de las veces tenía que pasar por la “zona roja”, y me enteré del peligro tan grande que corría hasta que terminé.  Lo más increíble es que nunca oí o vi nada anormal.

 

Nuestro padre y nuestra madre querían abrir una casa en Miami y decidieron mandarme a preparar la casa, para cuando llegaron las hermanas destinadas a esa misión encontraron la casa preparada.  Estuve acompañada de Sor María Rafaela Ortiz y las dos trabajamos para equipar la casa.

 

Los padres de la parroquia de don Bosco en Miami se portaron muy bien, el Rvdo. Padre Villana que era el cura párroco, se portó muy acogedor y nos ayudó enormemente.

 

Una vez que la casa estuvo preparada delegaron a Sor María Mercedes como responsable junto con sor María Rafaela.

 

Me regresé a Costa Rica quedando de nuevo responsable de continuar mi labor pero fue por pocos meses.

 

El trabajo de la construcción era serio y pedí que me nombraran otra responsable, reemplazándome sor María Clara Obando, hasta que estuvo adelantada la casa volvieron a nombrarme responsable y mandaron a Sor Clara a trabajar en Miami.

 

No podríamos contar la historia de nuestra casa en Costa Rica sin poner la primera misión por la que vinimos aquí, la fundación de la rama de las hermanas de la fraternidad y la historia maravillosa de la patrona de nuestra congregación “Inmaculado Corazón de María”, inmerecedoras de tanta bondad.

 

La imagen del Inmaculado Corazón de María es tallada en madera policromada y fue hecha por un artista costarricense.  Ella permaneció en el convento hasta que se trasladó a la capilla o santuario dedicado a esta advocación y la cual está anexa al convento que se construyó en 1982.

 

En el año 1984, nuestro padre fundador murió en Portugal, dejando escrito que la madre fundadora dispusiera donde iba a ser enterrado.  Él había construido un apartamento en el convento para venir a pasar aquí en Costa Rica sus temporadas.

 

Dios lo llamó para darle la recompensa merecida de tanto trabajo y amor que tenía para Él y la Santísima Virgen, el 30 de marzo de 1984.  Roma inmediatamente comunicó a la madrecita la triste noticia, inmediatamente se fue a Portugal en donde él fungía como Nuncio Apostólico.

 

Como en el escrito estaba que la madre dispusiera donde fuera su sepultura, ella decidió traerlo a Costa Rica, pues Nicaragua estaba en guerra, esto fue el 10 de abril del 84.

 

La capilla no estaba terminada y entonces lo pusimos en una bóveda que don Fernando Retana nos prestó para que descansara su cuerpo en el cementerio de Alajuelita.  En este mismo año nuestro padre se le apareció a la madrecita y le dijo que trasladara sus restos al convento, en la capilla del Inmaculado Corazón de María.  La madrecita ni lerda ni perezosa, y valiente como un roble, me mandó a decir que preparara los trámites, y me fui en busca de los permisos para hacerlo.

 

Todas las puertas estaban cerradas, puesto que él había muerto en marzo y ya en julio queríamos pasarlo.  No se podía dar el permiso hasta dentro de cinco años, y al cementerio, nunca a la capilla.

 

Una vidente le dijo a la madrecita que la Santísima Virgen quería que lo pasaran ya, pues quería tenerlo a sus pies, que íbamos a sufrir mucho pero que Ella nos iba a ayudar.  En efecto, hablamos con el dueño de la bóveda y nos dijo que sí, que él nos ayudaba a sacarlo;  se decidió traerlo el 22 de julio, preparamos todo y con algunos de los trabajadores que estaban construyendo la casa, decidió la madrecita, sin ningún permiso, írselo a traer.  Yo busqué gente desconocida para ir a sacarlo, por si acaso me preguntaban quiénes eran, no los iba a recordar porque olvido las fisonomías.  A eso me atuve para no saber quiénes fueron cuando me llamaran a declarar.

 

Se hizo el altar de la capilla días antes de traerlo, ahí se puso, debajo, y allí descansan aún los restos de nuestro padre fundador.  En esos días que lo habíamos mandado traer, la Santísima Virgen mandó decir que iban a venir a llevárselo de la capilla, las autoridades, pero que Ella no lo iba a permitir, pues la voluntad de su Hijo era tenerlo ahí, porque había sido un hijo muy fiel y amante del Corazón de María y del Santo Rosario; en prueba, que después de su muerte, en las bolsas de cada sotana y de cada pantalón tenía un rosario.

 

Esto fue martes 22, miércoles, jueves y viernes todo parecía tranquilo, nada se movía, pero el día sábado 26 a este convento llegaron las autoridades a llevárselo.  En las puertas del convento se encontraban agentes del O.I.J., la policía y la guardia rural, así como periodistas de las emisoras de radio.  Pueden imaginarse la batalla y el sufrimiento que se nos presentó, la Santísima Virgen puso de nuestro lado al Sr. Arzobispo y al Nuncio que nos ayudaron, pero la ley se oponía y comenzaron a romper el altar a mazazos para sacarlo.  ¿Pueden imaginarse?  Cada mazazo daba en nuestro corazón, pero confiamos en la Santísima Virgen, llorábamos pero teníamos fe en su mensaje.

 

Después de media hora de dar mazazos al cemento, lo pudieron sacar y lo rodaron hasta la puerta, estaba íntegro todo su cuerpo y pudimos verlo otra vez.  La O.I.J. constató que tenía el pectoral y el anillo de su consagración y dijo que la acusación que habían hecho dos comunistas de que lo habíamos sacado para robárselos, era falsa, pues ahí se encontraban.

 

La O.I.J. y la policía querían llevárselo pero no podían, se hizo tan pesado que decidieron venir otro día a llevárselo.  Desde ese momento se inició el proceso del delito cometido por nosotros sin ninguna autorización; pero teníamos lo principal, el mandato del Cielo y se cumplía el mensaje del Inmaculado Corazón de María, “no se lo llevarán”.

 

El juicio siguió y cada una comparecimos ante el juzgado a declarar, varias veces.

 

Torcidamente la abogada que nos puso la iglesia no estuvo apta para llevar ese juicio.  Monseñor Arrieta nos dijo sobre cambiar el abogado, y le pedimos al lic. Adolfo Mora, quien tomó en sus manos el caso.

 

Esto todo en 1984.  Llegando 1985 nos dieron una cita en el Juzgado Segundo Penal para el 13 de marzo.  Nos preparó el abogado para asistir a la cita y nuestra Madre Santísima nos dijo que todo iba a salir bien, pero cuando llegamos al juzgado faltaron dos de los implicados en el asunto, y nos dijeron que no podía haber juicio si no estaban ellos.  Cuando llegué a la capilla le dije a la Santísima Virgen que Ella había dicho que todo iba a salir bien, y que ni siquiera había habido juicio.  No pasaron dos horas cuando me dijo una vidente que decía la Santísima Virgen que Ella había impedido el juicio, porque habían dos elementos por los cuales se iba a prolongar y que Ella no había dado fecha, pero que ahora sí, el juicio iba a ser el 3 de mayo.

 

El 1 de mayo pregunté al abogado que cómo iba el proceso y me dijo “lo más bien”, pero al día siguiente a las 7pm me llamaron diciéndome que el juez había sido cambiado.  Llamé al abogado diciéndole lo que pasaba me contestó “no puede ser si mañana tenemos el juicio, me voy a la casa del juez que quitan.”

 

Cuando regresó me llamó y me dijo que no era al juez sino al fiscal al que habían cambiado y que no lo conocían ni él, ni el juez.  Mientras tanto llegó el mensaje de la Santísima Virgen:  “mañana cuando les pregunte, dígale a los implicados que no hablen nada, porque yo soy la que va a hablar”.  Todos pensamos que la Santísima Virgen iba a hablar por medio del abogado, pero no fue así.

 

Cuando pasamos por el banquillo de los acusados, a todos los implicados nos preguntó el juez que si queríamos hablar, todos dijimos que no.  Entonces dijo el juez le toca al fiscal.

 

El fiscal se puso en pie y se cogió la cabeza, y haciendo un gesto para adelante dijo:  “yo no sé por qué tienen a estas monjitas aquí, que me diga el juez de Hatillo si en Costa Rica, en España, Alemania, Italia, Portugal, hay alguna ley que condene el amor, si la hay yo las condeno, pero como no la hay, las dejaré completamente libres”.  ¿Habló la Santísima Virgen o no?

 

Cuando salimos del juicio estaban los dos comunistas; al pasar me dijeron:  “ni 30 colones les pusieron de multa”.

 

El abogado nos dijo que a las 6 p.m. vendría a quitar los sellos que la O.I.J.  puso y con todos los papeles para cerrar definitivamente el altar donde se encuentra nuestro padre fundador.  En efecto así lo hizo.  Quitó el primer sello y se volvió a mirar a la Santísima Virgen y se quedó impávido, la madrecita le preguntó que qué le pasaba, él respondió, nada, nada, pero incómodo quita el segundo y la vuelve a mirar y otra vez lo mismo, la madrecita le volvió a preguntar y él dijo nada, nada cuando quitó el tercero se quedó extasiado viendo a la Santísima Virgen y nos dijo:  “no digan que estoy loco, pero me ha sonreído y me ha dicho gracias, he visto a la mujer más linda de la vida”, y no hallaba qué hacer.  Se fue en el carro y se devolvió a verla otra vez, después le dijo otra vez, he visto a la mujer más linda de la vida.